Cómete un libro

Estantería en la casa de mis padres. El animal obeso en el asiento es nuestra gata Efi.
Hay que ver lo rico que está un buen libro. Una novela devorada junto a una ventana luminosa, en una cafetería tranquila, sorbiendo un capuchino con cada página. O un libro de no ficción lleno de sabrosísimas anécdotas, historias, reflexiones e información hasta ahora desconocida. También me gusta tragar libros en vagones de metro abarrotados, en autobuses cutrísimos y mientras espero un avión o a que sea mi turno en el médico.
Abro un libro, empiezo a saborearlo y es como mirar a alguien a los ojos durante un largo rato. Los libros me acompañan cuando estoy sola, me hablan al oído, sus palabras, sus comas y puntos armoniosos se filtran en mi cuerpo y me nutren. Consiguen transportarme a otro mundo, el suyo, atrapándome con un simple párrafo e invitándome a su universo.

Libros de mi infancia. Me encantaban los de Celia.
Siento una relación especial entre mis libros y yo. Los veo colocados en mi estantería los unos junto a los otros, compartiendo espacio entre ellos y conmigo, y me parece que ellos también deben sentir algo. Están llenos de vida, como una semilla, y les encanta comunicarse profundamente con cualquiera que desee escucharles. Cuando miro una estantería con libros no veo objetos, veo estantes llenos de emociones.
Los libros son esenciales en nuestras vidas, como la comida que nos alimenta a diario. Los necesitamos para ejercitar nuestra mente, hacernos pensar, aprender, evadirnos, y sentir algo. No solo necesitamos libros, sino también poesía, canciones, películas e ideas bien expresadas que consigan inspirarnos y emocionarnos. Nuestra mente es un espacio sin límites donde crear y explorar, y debemos abrirnos a estas formas de arte para darle energía.

Libros de juventud. En Chile descubrí a la autora Marcela Serrano, que me encantó.
Todos sabemos que detrás de cada frase escrita hay un alma: la del escritor. Y no solo la suya, sino la de las personas que le hayan ayudado a editar su obra y mejorarla. Escribir, publicar, promocionar y distribuir un libro lleva muchísimo trabajo y tiempo, pero tristemente el responsable principal apenas gana dinero con su venta: según algunas fuentes, los escritores se llevan alrededor de un 10% del precio que cuesta cada libro vendido. También es deprimente que mucha gente en España no lea nunca. No hay excusas para no leer, porque siempre se puede encontrar un rato para hacerlo, y si uno no puede permitirse comprar libros tiene la opción de acudir a una biblioteca o descargarlos por menos dinero.
Ahora que nos alimentamos de tanta comida basura, rechazamos los productos orgánicos porque son caros y preferimos gastar dinero en tecnología, dejamos que la información absurda y rápida de las Noticias de Facebook absorba nuestro tiempo, ahora que hemos confundido twitter con la voz del pueblo y es esencial decir “algo” en los medios aunque sea una tontería, es muy raro ver a alguien con un libro en las manos y no un móvil o una tablet. Yo también participo en este sistema, como la mayoría. Siento que debo recibir información y entretenimiento a la velocidad del rayo, y que no tengo tiempo que perder leyendo noticias de actualidad o casi cualquier otra cosa porque hay sencillamente demasiados estímulos interesantes a mi alrededor. Sin embargo, aunque juntara el placer de la inmediatez y la evasión que me puedan dar Facebook, Twitter, los titulares de los periódicos y los muchos vídeos de gatitos que me trago cada semana, no podría alcanzar la riqueza y vitalidad que siento cuando leo un libro.
Fabiola
Y además son calories free!!!
En la otra punta del mundo
Muy bueno, tienes razón!!
En la otra punta del mundo
Hola Fabiola! Totalmente, solo engorda nuestro intelecto 🙂 Un beso!
Andrea
Me ha encantado Isabel, realmente escribes muy bien, me encanta leerte. Leeremos un día un libro tuyo? Y esas brujitas de CAU curiosas ellas? 🙂
En la otra punta del mundo
Jejeje, has visto ese primer plano de las brujitas, eh?? Me alegro de que te haya gustado, guapa!